DOMINGO 27 DE FEBRERO: VIII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

Aunque espinosa como las zarzas, las chumberas dan frutos como las higueras. A medio  camino entre la hostilidad y la dulzura, bien pudiera ser esta planta una imagen de la ambivalencia de nuestras vidas. Pero, Jesús no nos pide que seamos algo imposible, sino que, a pesar de nuestra permanente posibilidad de pinchar como un cardo y amargar como la hiel, desarrollemos al máximo nuestra posibilidad de alimentar como la leche y endulzar como la miel. En ese esfuerzo, no solo seremos coherentes con una parte intrínseca de nuestra condición humana, sino que iremos desarrollando la capacidad permanente de transformación y superación, vamos, de conversión.

LECTURAS

  • Eclo 27, 4-7
  • Sal 91, 2-3. 13-14. 15-16
  • 1 Cor 15, 54-58
  • Lc 6, 39-45

Comos seres humanos que somos, en virtud de nuestra impronta divina ("a su imagen y semejanza") y del pecado original ("seréis como Dios"), podemos dar frutos buenos y malos, higos y zarzas, uvas y espinos..., pero, cuando nos esforzamos, con la ayuda de Dios, con el estímulo del modelo de Cristo, bajo el paraguas protector de la comunidad cristiana, en dar lo mejor de nosotros mismos, no solo nos superamos, sino que nos vamos convirtiendo en eso bueno que hemos querido ser y ofrecer. Cuando, con trabajo personal de conversión, ayudamos, nos hacemos generosos; cuando, no sin sacrificio, perdonamos, nos hacemos misericordiosos... y así, la coherencia o autenticidad que Jesús nos pide, se convierte en un viaje de ida y vuelta, de lo que somos a lo que hacemos, de lo que hacemos a lo que somos.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA



No hay comentarios:

Publicar un comentario