DOMINGO 22 DE NOVIEMBRE: XXXIV DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)

 

Nicaragua, Puerto Cabeza, huracán "iota" (el que vino detrás del hurcán "eta"). Nuestro amigo y hermano misonero Javi Pla nos envía esta imagen de una casa destrozada por los vientos y el aguacero. Las planchas de zinc que la cubrían han volado como vuelan los duros esfuerzos humanos por sobreponerse y volver a empezar. Pero la llamada de Jesús a reconocer en el que te necesita a un hermano también surcará los cielos y los mares para convertirse en techumbre, agua potable o alimentos. Nunca será suficiente, pero no dejaremos de intentarlo porque la fraternidad que nos sostiene es el sagrario más necesitado de ser visitado y acompañado.

LECTURAS

  • Ezequiel (34,11-12.15-17)
  • Sal 22,1-2a.2b-3.5.6
  • Corintios (15,20-26.28)
  • Mateo (25,31-46)

Majestuoso, como sólo puede ser el juicio final: grande, solemne y tremendamente sobrecogedor. Eternidad divina (el Hijo del Hombre con todos sus ángeles) y universalidad humana (todas las naciones). Un antes que pasó y un después que no pasará, marcan ese trono de la decisión, de la escucha y la valoración de todo lo que fue, para encarrilar lo único que será, ahora, de verdad. Y llega la sentencia: sorprendente, es la misericordia, la compasión, la ternura a tiempo, la solidaridad necesaria, el amor gratuito, la ayuda oportuna, las humildes y casi invisibles horas de servicio desinteresado y de fraternidad cotidiana, las estrellas que brillan en este firmamento del juicio universal.

Nadie le puede discutir al evangelio de Lucas su merecido título de evangelio de la misericordia. Pero sólo por este texto, Mateo se pone a su altura. Y la fuerza y hondura de las palabras que el Jesús de Mateo dice, porque él mismo es la palabra que revela al Padre y lo comunica a quien le escucha, se convierten en rostros y momentos de la historia toda de cada persona y la humanidad entera. Todas las enseñanzas del rabí que se ha atrevido a decir «pero yo os digo», del maestro que no sólo ha interpretado sino reescrito la Palabra de Dios, se reúnen, concretan y escenifican en esta inmensa lección de justicia que es amor y de amor que se hace real en la justicia cuando llega a las últimas soledades y abandonos. Es cierto que se habla de castigo. Si no, no sería un juicio. Pero también lo es que ese castigo ya nos lo hemos infringido cada vez que desaprovechamos la ocasión de vivir esta misericordia a nuestro alcance que es la compasión.

Aunque en el evangelio de Mateo prime lo doctrinal, preocupado como está por encajar y al mismo tiempo preservar la novedad de Jesús en relación con la Ley y los Profetas. Pero este broche, lección magistral y de clausura, previa a la Pasión, atrae todas las enseñanzas hacia su centro originario, el amor y la solidaridad. Los pobres, enfermos, presos, extranjeros... con sus rostros marcados por el sufrimiento, se convierten en las nuevas letras con las que se escribe y en las que se lee la palabra de Dios que Jesús ha pronunciado con su vida, y también en su magisterio de oyente y ministro de la Palabra. El hermano que te necesita es también presencia real y actual de Cristo. Aquí se cumplen las profecías. En esta vida, entendida de modo fraternal y benefactora para con los que más lo necesitan, se lleva a cumplimiento lo que cualquier aprendiz de la fe y la espiritualidad deben aprender y aplicar. El cumplimiento de la palabra de Dios, aplicar la Ley, vivir la fe... es siempre, amar, servir y perdonar; o con imágenes: ser sal y luz del mundo.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: OBRAS SON AMORES


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

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