Domingo 15 de noviembre: XXXIII de Tiempo Ordinario (Ciclo A). Jornada mundial contra la pobreza.

 
(Imagen tomada de: https://blog.gluubo.com/ruinas-monasterio-santa-maria-rioseco/) Aunque golpeadas por el tiempo, y sobre todo por el abandono y el desuso, las ruinas nos muestran los diferentes materiales, las distintas estructuras y piezas que se suman para edificar un conjunto y construir un espacio, con distintas utilidades pero con una finalidad última. Así es la Iglesia, así somos nosotros dentro de la Iglesia, así se necesitan y obtienen sentido los talentos y cualidades, para compartirlos y levantar entre todos juntos "una ciudad para todos".

IV JORNADA MUNDIAL CONTRA LA POBREZA: "TIENDE TU MANO AL POBRE"

LECTURAS

  • Proverbios (31,10-13.19-20.30-31)
  • Sal 127,1-2.3.4-5
  • Tesalonicenses (5,1-6)
  • Mateo (25,14-30)

«Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene», casi insultante, injusto hasta el despropósito... ¿o no? Es que como si el Señor quieisera advertirnos que no compartir es como no tener y perder hasta lo que pensábamos que era nuestro. Aparte de las diferencias de rentabilidad de los talentos, bien difícil de medir, la parábola de Jesús nos deja otros mensajes más importantes y, sobre todo, más urgentes: que tener, todos tenemos cualidades, recursos y tiempo; que lo que tenemos, sabemos y podemos solo sirve si se pone al servicio de los demás; que cuando se comparte y se sirve lo poco que creíamos ser, se multiplica y amplía. Es preciso creer en nosotros mismos para que todo esto pueda dar de sí, para que lleguemos a darnos de corazón.

La Iglesia, con sus parroquias y movimientos, congregaciones religiosas y asociaciones, es una ocasión propicia para que experimentemos estas matemáticas de la generosidad comunitaria. Por muy exigente que sea nuestro Señor que nos pide que saquemos de donde no hay, nunca nos dejará llegar a ese extremo pues antes de pedirnos nada ya nos lo dio todo. 

Por otra parte, al  pertenecer a una comunidad que suma y pone en juego las posibilidades de solidaridad de todos los que la integramos, se consigue multiplicar lo que cada uno comparte y así llegamos, todos juntos, mucho más allá de lo que hubiéramos creído posible por separado. Escuchar problemas, buscar soluciones, convertir las buenas intenciones en alimentos, un comedor social, una lavandería solidaria, ayudas económicas de emergencia, cursos de formación laboral, pisos de acogida para inmigrantes, recogida de ropa y muebles, atención a la infancia y la juventud... una larga lista que, sin embargo, y eso es lo que más nos duele, aún se queda corta para llegar hasta donde la pobreza y la desigualdad golpean más fuerte. Por eso tenemos que sacarle todavía más juego a los talentos  y la disponibilidad para amar y servir.

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