Domingo 25 de octubre: XXX de Tiempo Ordinario (Ciclo A)

 
Si nos amamos como Dios nos amó en Jesucristo, nuestra opción por la fraternidad no puede quedarse en segundo plano. Un cristianismo que no apueste decididamente por la reconstrucción de la igualdad entre todas las personas y los lazos entrañables que deben aproximarnos por encima de las diferencias, sería un cristianismo que perdió el camino su verdadera identidad.

LECTURAS

  • Éxodo (22,20-26)
  • Sal 17,2-3a.3bc-4.47.51ab
  • Tesalonicenses (1,5c-10)
  • Mateo (22,34-40)

El amor es cualquier cosa menos un sentimiento abstracto, difuso, melifluo. El amor tiene días y horas, rostros y nombres. Empieza con la familia, con todas sus dificultades, pero que al final permanece. Se acrecienta y hace libre elección con los amigos que componen toda la hojarasca afectiva de nuestras vidas. Alcanza su máxima intensidad y concentración cuando se identifica con una persona con la que nos atreveríamos a compartir la vida entera, para siempre. Pero si es amor cristiano, si se parece a Jesús, y al Dios Padre de Jesús, entonces llega hasta otras personas, que sin ser nuestros amigos, son también nuestros hermanos y por eso la suerte que corran nos afecta, su felicidad pasa a ser la nuestra. El amor, que empieza familiar, amistoso, esponsal, se llama también fraternidad, solidaridad, justicia, caridad… y esto es de alcance universal, o ya ni es amor.

Esta misma idea central del Evangelio es la que guía y pretende difundir la encíclica del papa Francisco Fratelli tutti: una llamada a recuperar la fraternidad en la que fuimos creados, la comunidad universal a la que somos llamados, los vínculos de solidaridad y compasión activa por los que somos enviados a comprometernos. La lectura, meditación y reflexión de esta esperanzada convocatoria del papa podría servir de oportuno despertador de nuestras conciencias adormecidas, así como de la ilusión algo maltrecha en estos tiempos tan inciertos de la COVID. Es de suponer que en todas las parroquias, movimientos y asociaciones cristianas encontraremos el modo de aprovechar la propuesta que nos hace Francisco siguiendo el ejemplo y el magisterio vital de san Francisco de Asis.

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