Si nos amamos como Dios nos amó en Jesucristo, nuestra opción por la fraternidad no puede quedarse en segundo plano. Un cristianismo que no apueste decididamente por la reconstrucción de la igualdad entre todas las personas y los lazos entrañables que deben aproximarnos por encima de las diferencias, sería un cristianismo que perdió el camino su verdadera identidad.
LECTURAS
- Éxodo (22,20-26)
- Sal 17,2-3a.3bc-4.47.51ab
- Tesalonicenses (1,5c-10)
- Mateo (22,34-40)
Esta misma idea central del Evangelio es la que guía y pretende difundir la encíclica del papa Francisco Fratelli tutti: una llamada a recuperar la fraternidad en la que fuimos creados, la comunidad universal a la que somos llamados, los vínculos de solidaridad y compasión activa por los que somos enviados a comprometernos. La lectura, meditación y reflexión de esta esperanzada convocatoria del papa podría servir de oportuno despertador de nuestras conciencias adormecidas, así como de la ilusión algo maltrecha en estos tiempos tan inciertos de la COVID. Es de suponer que en todas las parroquias, movimientos y asociaciones cristianas encontraremos el modo de aprovechar la propuesta que nos hace Francisco siguiendo el ejemplo y el magisterio vital de san Francisco de Asis.
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