DOMINGO DE PASCUA

 

HORARIOS:

  • SÁBADO 16 DE ABRIL, VIGILIA PASCUAL: 23h.
  • DOMINGO 17 DE ABRIL, PASCUA: 11:30; 12:30 y 19:30

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43)
  • Sal 117,1-2.16ab-17.22-23
  • Colosenses (3,1-4)
  • Juan (20,1-9)

La transformación que la fe, a escala persona y comunitaria, lleva a cabo con nuestra personalidad y nuestro comportamiento, como poyecto y modelo de nuestra vida, está posibilitada por esa transformación que Dios realizó en su Hijo Jesucristo, llevándolo de la humanidad a la plena comunión divina, de la vida a la muerte, del carácter histórico de su encarnación al alcance universal e intemporal de su obra de redención. Ese cambio que los seguidores de Jesús, unidos a María Magdalena, a Pedro y al discípulo amado en la mañana de Pascua, reconocemos sorprendidos en la tumba vacía y el encuentro con el resucitado, nos debiera afianzar en la esperanza de que, también nosotros, podemos pasar del egoísmo a la fraternidad, del odio a la paz, de la vida superficial a la entrega servicial. 

La resurrección de Cristo, feliz noticia que hoy proclamamos, vuelve a reunir en nuestra conciencia y como compromiso efectivo de vida para quienes así la creemos, el amor de Dios que en Cristo hemos visto consumado hasta el extremo, con el amor debido y necesario a nuestros hermanos más débiles y heridos. Los frutos de la resurrección en nosotros debieran ser los mismos que la fe en el Evangelio y el seguimiento vivencial, ético, de Jesuscristo, nos han ido mostrando: la esperanza, la ternura y la solidaridad. 

Feliz Pascua de Resurrección.

MEDITACIÓN

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

VIERNES SANTO

 

HORARIOS:

  • VÍA CRUCIS: 11h.
  • OFICIOS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR: 19:30

LECTURAS

  • Isaías (52,13–53,12)
  • Sal 30,2.6.12-13.15-16.17.25
  • Hebreos (4,14-16;5,7-9)
  • Juan (18,1–19,42)

Si en la Última Cena, con la Eucaristía y el lavatorio de pies, Jesús condensa y centra su vida y su misión en el amor y el servicio, en la entrega total de su vida, hemos mirar la cruz, la muerte y la pasión del Señor, como afirmación de que su amor, entrega y servicio, no tienen límites. Y es que el amor del Padre que motiva, sostiene y da su fin a la vida de Cristo, no se detendrá ante nada, ni ante la muerte. Por otro lado, siendo el amor compasivo, capaz de hacer suyos los sufrimientos de los demás, la cruz de Cristo, su pasión y muerte, tienen esa capacidad solidaria de acoger todos los sufrimientos, cargarlos sobre sus hombres e invitarnos a no ser indiferentes ante el dolor del hermano. Este alcance solidario, universal y compasivo de los sufrimientos ajenos, no disuelve ni borra todas las penas y todas las lágrimas de tantas personas golpeadas por la guerra, la pobreza y la violencia, pero sí que las eleva hasta el abrazo último y restaurador del Padre. En la cruz de Cristo, Dios nos dice que acepta el realismo de todas las cruces de la historia, la inapelable verdad sangrante de tanto dolor y tanta miseria, y sin borrarlas de un plumazo milagroso, las hace suyas para que, fielmente, esperemos que la última palabra será de vida y misericordia. Así lo esperamos. Así lo sentimos, por eso, decimos ¡Amén! y, con Jesús, creemos que "todo está cumplido".

MEDITACIÓN

JUEVES SANTO

 

HORARIOS:

  • MISA DE LA CENA DEL SEÑOR: 19:30
  • HORA SANTA: 22h.

LECTURAS

  • Éxodo (12.1-8.11-14)
  • Sal 115,12-13.15-16bc.17-18
  • I Corintios (11,23-26)
  • Juan (13,1-15)

Tanto con el gesto del pan y la copa compartida (última cena en los evangelios sinópticos), como con este de lavar los pies a sus discípulos (evangelio de Juan), Jesús expresa el sentido de su vida y el alcance de su misión. Jesús ha vivido y vive por siempre para servir. Servir al Padre en su voluntad de entregarnos todo su amor; servir a la humanidad en su necesidad de recibir y desarrollar el amor que Dios nos ha tenido. Y la misión de Cristo, que se hizo siervo de todos, por el seguimiento y la fidelidad de los que le seguimos, a través del amor fraterno en el que hemos de emplearnos, es universal y permanente. Cristo permanece presente en la Eucaristía y en la caridad. 

La presencia real sacramental de Cristo es el contenido y la motivación de nuestra solidaridad y ternura para con los demás. Cuando ayudamos, escuchamos y atendemos, Cristo se hace presente, de manera real, pues el amor es su última identidad y su mayor continuidad. Eucaristía y amor fraternos deben ir tan unidos como creemos que van unidas la presencia de Cristo, de su cuerpo y de su sangre, en las especies eucarísticas. Si a la Eucaristía le quitamos el amor y el servicio, la vacíamos de la presencia de Cristo. Ojalá y que la conmemoración de la cena del Señor, con su expreso deseo de hacer de la entrega y el servicio, su última y complexiva lección, nos anime a los cristianos a servir como Él lo hizo; a amar, como Él nos amó; a entregarnos en cuerpo y alma a nuestros hermanos más necesitados de acompañamiento, como Él se nos da en la Eucaristía y en la fraternidad servicial.

MEDITACIÓN

DOMINGO DE RAMOS

 

LECTURAS

  • Lucas (19, 28-40)
  • Isaías (50,4-17)
  • Sal 21,2a.8-9.17-18a.19-20.23-24
  • Filipenses (2,6-11)
  • Lucas (22,14–23,56)

Antes de proclamar la pasión, con los ramos en las manos, escucharemos el evangelio de Lucas que narra la entrada de Jesús en Jerusalén. En los sinópticos, Jerusalén culmina el camino que trae Jesús con sus discípulos desde Galilea. Juan conoce en su evangelio varias visitas de Jesús a la ciudad santa, antes de la última, que será ocasión de la "glorificación" del Hijo. Para Lucas, este camino es algo más que un hilo narrativo, se trata de la esencia misma del cristianismo: caminar con Jesús. No en vano, así denomina Lucas a los cristianos en el libro de los Hechos, "pertenecer al camino". Pero, también es el camino figura de la propia misión de Jesús, caminar hacia su propio cumplimiento ("Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", citando el salmo 31,5), como expresión máxima de la misericordia de Dios ("Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"; y al buen ladrón: "hoy estarás conmigo en el paríso"). 

Los cuatro evangelios recogen la entrada de Jesús, sobre un pollino (idea mesiánica inspirada en Zac 9, 9-10) y recibido por la multitud. Lucas sigue a Marcos, pero le añade algunos detalles, como el de los comentarios críticos de los fariseos hacia la actitud entusiasta de los discípulos, que le da pie a Jesús para profetizar que nada -ni la cruz en ciernes- podá silenciar la trascendencia de lo que aquí se acerca ya a su culmen: "Si estos callaran, gritarían las piedras". Y nosotros nos sumamos también a esa algazara, para confirmar el significado de Jesús como Señor de la humildad y la fidelidad. Y lo hacemos, con la voluntad de seguir proclamándolo cuando, de manera sufriente y humillada, sea la pasión y no los vítores, la que lleve a su cota más elevada este camino que, asciende descendiendo, avanza muriendo, arriba a su meta abandonándose a Dios.

Aún con sus diferencias, las cuatro pasiones evangélicas se parecen mucho. El Viernes Santo se lee siempre la de Juan, y el Domingo de Ramos, una cada ciclo: Mateo en el ciclo A, Marcos en el B y en el C la de Lucas. 

Peculiaridades de la versión lucana son el reconocimiento mayor del papel de las mujeres (el detalle de las mujeres que le salen al encuentro en el camino al calvario es suyo), el buen ladrón que se apiada de Jesús, el ángel consolando a Jesús en Getsemaní, una mayor comprensión con los apóstoles… En fin, detalles que suavizan y ponen bálsamo en algunas aristas del relato para que prevalezca, una vez más, la mirada de misericordia. Prueba de esta intención es que ponga en boca de Jesús en la cruz una exclamación última de fe: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Salmo 30). 

Aparte de esto, la pasión de Jesús, con todo su dramatismo, además de un intento de explicar cómo pudo pasar aquello y por qué tuvo que pasar, gravita sobre el reconocimiento de una constante en la vida de Jesús que ha ido apareciendo por aquí y por allá: la responsable aceptación de los riesgos de una vida vivida a conciencia; en este caso, de una vida entregada a conciencia. Además de a la cruz de madera, Jesús tiene que enfrentarse a otras no menos dolorosas: el abandono de sus discípulos, la ruptura con la institución que ha mantenido la tradición y la fe de Israel, y la soledad espiritual, o noche del alma, al no encontrar —al menos en el modo más palpable que le acompañó durante su misión— a Dios en aquella acumulación de odio y dolor. Abandono, desarraigo, soledad mística. Todo converge en el silencio y la espera de la tumba.

HOJA DOMINICAL


HORARIOS DE SEMANA SANTA


10 de abril, DOMINGO DE RAMOS. 

  • Misa con bendición de los ramos: 11:30; 12:30 y 19:30
14 de abril, JUEVES SANTO. 

  • Misa se la Cena del Señor: 19h.
  • Hora Santa: 22h.
15 de abril, VIERNES SANTO

  • Vía Crucis: 11h.
  • Oficios de la Pasión del Señor: 19:30
16 de abril, SÁBADO DE GLORIA

  • Vigilia Pascual: 23h.
17 de abril, DOMINGO DE PASCUA

  • Misas 11:30; 12:30 y 19:30

DOMINGO 3 DE ABRIL. V DE CUARESMA (CICLO C)

 
Como la ternura puede tener su lado desagradable, su alto precio en forma de incomodidad, sacrificio, disponibilidad, también la solidaridad, como todo lo que forma parte de un proceso de crecimiento, de una evolución de lo débil a lo fértil, requiere de nuestra parte riesgo y valentía. Ser solidario, sobre la base del sentimiento compartido (compasión), nos debe empujar a asumir la defensa de la paz y la justicia y, lo que todavía es más difícil, a hacerlo con medios igualmente pacíficos y justos, rehusando la violencia.

LECTURAS

  • Isaías (43,16-21)
  • Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
  • Filipenses (3,8-14)
  • Juan (8,1-11)

Pasaje especial este de la mujer sorprendida en adulterio, juzgada y condenada de antemano. Especial porque no aparece en todos los manuscritos antiguos. Y especialísimo porque, en esta ocasión, la solidaridad que Jesús muestra con todas las víctimas de la injusticia (los pobres), de la dureza de la vida (los enfermos) y del egoísmo (los marginados social y religiosamente) adopta un carácter extraordinario de denuncia activa y defensa noviolenta. Por eso, el texto, a pesar de su inestabilidad en la corriente de transmisión de los evangelios, ha tenido una recepción muy profunda en la conciencia cristiana: "el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Pero, que al tratarse de una mujer y ser la condena a muerte, tiene hoy una especial relevancia, tanto por la violencia machista -que la hay- como por la oposición de Jesús al uso de la violencia, de cualquier violenca. Un camino, este, de la paz frentre a la agresividad y la fuerza, que no por difícil, deja de ser menos necesario para conseguir la convivencia entre las personas y los pueblos. Hoy, cuando la guerra mantiene una vigencia creciente, la propuesta de Jesús exige que nuestra opción por la pez sea también a través de la denuncia de lo que la hace imposible (el armamentismo, los intereses políticos y económicos) y la acción efectiva de socorro a sus damnificados, sean de Ucrania, el Sáhara, Palestina, Siria, Yemen, Etiopía...; sean refugiados de países con sistemas autoritarios de un signo o de otro.

Junto a esta actualidad del Evangelio del perdón y la invitación a la pureza de conciencia que se abstiene de condenar, hay que situarlo en el contexto más inmediato del choque entre Jesús y la Ley o su uso formalista e interesado de la letra de la ley. El marco del episodio es el Templo, para resaltar todavía más, si cabe, el contraste entre la fe que antepone el culto en espíritu y verdad a la cosificación de la relación con Dios en formas y normas. Porque, en definitiva, Jesús nos invita a ese crecimiento integral de la humanidad que nace de la espiritualidad de la plena comunión con Dios y los hermanos. Por eso, frente a todas las normas y las formas, sobresale siempre la prioridad y salvaguardia de las personas.


HOJA DOMINICAL DIOCESANA


ORACIÓN INTER - RELIGIOSA POR LA PAZ


COMENTARIO BÍBLICO DE J. A. PAGOLA


PAPA FRANCISCO: "No nos cansemos de hacer el bien..." Mensaje de Cuaresma"

DOMINGO 27 DE MARZO. IV DE CUARESMA (CICLO C)

 
El 1 de enero de 2015, Giancarlo Murisciano publicaba en su perfil de Facebook esta foto de su celebración de fin de año con su abuela, cuidando de ella. La ternura no siempre es fácil, ni agradable, también cuesta esfuerzo y exige renuncias. Tal vez la ternura del perdón es de la más difíciles, incluso puede ser muy amarga... y, sin embargo, cuánto endulza la vida, cómo nos mejora y hace mejor nuestro mundo.

LECTURAS

  • Josué (5,9a.10-12)
  • Sal 33,2-3.4-5.6-7
  • II Corintios (5,17-21)
  • Lucas (15, 1-3.11-32)

Aunque exista en las Sagradas Escrituras el mandato del amor fraterno (Jn 13,34), no se puede mandar amar, ni ser amado, ni tan siquiera obligarse uno mismo a amar. En realidad el mandato del amor fraterno se debe a que Dios es amor (1Jn 4,8) y no otra cosa significa en último extremo la parábola del hijo pródigo en dispendios y el padre pródigo en ternura y compasión (Lc 15). Más que un mandato, el amor al hermano, al enemigo, al pobre y a la comunidad, es la respuesta agradecida de quien se ha sentido amado, antes y más, por Dios. Esta corriente de simpatía, protección y entrega en la que consiste el amor, fluye con naturalidad, aunque también con una sentida responsabilidad, de la gratitud, del reconocimiento y la correspondencia con el amor que Dios nos tiene. A partir de aquí, se entiende mejor que el fallo del hermano mayor al resistirse a compartir la alegría sincera y festiva del padre por haber recuperado al hijo díscolo, no es injusta, ni mezquina, simplemente no ama como ama su padre. Y esto no se debía a que él no fuera amado como lo era su hermano, no, la causa de la dificultad del hijo primogénito estriba en que todavía no había acabado de tomar conciencia de cuanto lo amaba, en verdad, el padre de ambos: "Hijo mío, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo". Había recibido el regalo pero no lo había abierto ni disfrutado, algo le había distraido, tal vez el mismo sentimiento de la responsabilidad con sus "deberes" filiales. En esto del amor, si no se disfruta y se goza como don y mejora que siempre es, no acaba de saborearse, incluso, se nos puede pasar desapercibido. Disfrute y gozo que, sin embargo, no están exentos de dificultades y sacrificios. Pues todo el que ama de verdad también tiene que enfrentarse a la dureza e incomodidad que muchas veces cuesta hacer llegar al otro nuestro cariño y sentimiento de complicidad. Compromiso, sacrificio, riesgo... sí, pero que solo son por amor, si se hacen voluntaria y desinteresadamente.

Pero, de cara al itinerario que llevamos entre manos, la ternura del padre amoroso y sin condiciones en su propensión al perdón y el reencuentro, tiene también unas consecuencias espirituales, contemplativas, que son necesarias para luego activar nuestra capacidad de amar. Tanto para el hijo menor como para el resentido hijo mayor, el padre guarda la voluntad de darles todo, sin medida ni contraprestación. Expresa muy bien este carácter incondicional del amor paterno su deseo de festejarlo, así como su confirmación al hijo mayor de que su mejor herencia es que se les da íntegramente a sus hijos, que él es de ellos y para ellos. Sin contemplamos esta experiencia bondadosa y rehabilitadora de cómo Dios nos ama, en tantos momentos y personas de nuesta vida, entonces el amor fraterno puede brotar como prolongación de la ternura y la solicitud que Dios nos ha dado. Y la conversión de nuestras vidas a su voluntad, y la transformación de nuestras vidas para dar los frutos de la solidaridad y la esperanza, se pondrán en movimiento por la fuerza generadora y contagiosa del amor primero y mejor de Dios. Aunque sea en la acción, el compromiso y las relaciones, donde nuestro amor al hermano se hará efectivo, porque el amor como la fe, "si no tiene obras, está muerto por dentro" (Sant 2, 17), necesitamos para motivar esta acción y darle su verdadera calidad, que es la ternura, contemplar primero cuánto Dios nos ha amado.


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HOJA DOMINICAL DIOCESANA


COMENTARIO BÍBLICO DE J. A. PAGOLA

PAPA FRANCISCO: "No nos cansemos de hacer el bien..." Mensaje de Cuaresma"

DOMINGO 20 DE MARZO. III DE CUARESMA (CICLO C)

 
Si la vida es un proceso y de la crisálida saldrá la mariposa, y de la semilla el grano, solo la actitud perseverante del que cultiva, de las que crían, de los que cuidan, acompañan, educan... puede ayudarnos a llevar a cabo el proyecto más importante, el de nuestras propias personas como parte del Reino de Dios. Sin esperanza de que la semilla llegará a fruto y los ideales se convertirán en realidad, es muy difícil ser perseverante. Porque habremos de empezar una y otra vez, "sin cansarnos de hacer bien", sin renunciar a seguir intentándolo.

LECTURAS

  • Éxodo (3,1-8a.13-15)
  • Sal 102,1-2.3-4.6-7.8.11
  • I Corintios (10,1-6.10-12)
  • Lucas (13,1-9)

La esperanza cristiana tiene el sólido cimiento, la contrastada experiencia, del fruto logrado de la vida entregada de Jesús. Contra toda esperanza, la misión de Jesús, cumplida hasta el extremo de la fidelidad y la generosidad, ha desbordado los criterios mundanos de éxito o fracaso, para convertirse en el motivo más firme de la perseverancia contra todo pronóstico fatal. Merece el esfuerzo y el riesgo comprometerse por la paz, la justicia, la solidaridad..., merece todos los empeños creer y trabajar por la fraternidad. Pero, hay que ser sumamente tenaces, cuidar con esmero y preparar laboriosamente todos nuestros proyectos de caridad y acompañamiento fraterno de los que necesitan de nuestra cercanía. Seguiremos, pues, orando por la paz, enviando ayudas a Ucrania, pidiendo a las autoridades que regularicen la situación legal de miles de inmigrantes que no pueden trabajar porque no tienen permiso de residencia y no pueden obtener el permiso de residencia porque no tienen trabajo. Y también al interior de la Iglesia, contra toda tendencia inmovilista y nostálgica, seguiremos proponiendo una pastoral y una liturgia más en contacto con la realidad que vivimos, sin escudarnos en los cómodos terrenos de lo mandado, lo escrito y lo acostumbrado. A así, habrá frutos, no lo dudéis, pero hay que intentarlo una y otra vez.

CHARLAS CUAREMALES: 

MIÉRCOLES 23, JUEVES 24 

Y VIERNES 25 DE MARZO A LAS 20H.


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

COMENTARIO BÍBLICO DE J. A. PAGOLA


ORACIÓN INTER - RELIGIOSA POR LA PAZ III

PAPA FRANCISCO: "No nos cansemos de hacer el bien..." Mensaje de Cuaresma"


DOMINGO 13 DE MARZO. II DE CUARESMA (CICLO C)

 
La metamorfosis de la mariposa, como la germinación de las plantas, como nuestro propio proceso biológico, son muestras de la importancia del cambio y la evolución en la vida. También pueden ser la imagen sugerente de que el Evangelio que Jesús predica y encarna suscita en nosotros la posibilidad de una transformación, de una "conversión", que nos conduce hacia la mejor versión de lo que pudiéramos ser. La meta de esta transformación es la comunión con el Padre y la fraternidad con nuestros semejantes, a las que Jesús nos invita y facilita con su propia historia de transfiguración.

LECTURAS

  • Génesis (15,5-12.17-18)
  • Sal 26,1.7-8a.8b-9abc.13-14
  • Filipenses (3,17–4,1)
  • Lucas (9,28b-36)

La transfiguración del Señor, su reconocimiento de Jesús como conexión y superación de la Ley y los Profetas, su manifestación como el Hijo amado del Padre, el anticipo de que su final no será el aparentemente estrepitoso fracaso de la cruz, supone una invitación para considerar la transformación que la fe genera en cuantos la vivimos. Más allá del hecho milagroso de la revelación que el Padre hace del Hijo ("nadie conoce al Hijo, sino el Padre" Mt 11, 25-27; Lc 10,22) este episodio conclusivo de la vida pública de Jesús y antesala de su pasión, tiene un significado actualizable para cada creyente, para todo seguidor de Jesús: creer es abrirse a la posible superación de lo que somos y el compromiso decidido por lograr dicha conversión. Este cambio que la fe inspira y posibilita, será el motor de las grandes actitudes del cristianismo: la esperanza, la ternura y la solidaridad. No se trata tanto de méritos exclusivos de nuestro esfuerzo -imprescindible, por otra parte- sino de la maduración fecunda de lo que Dios pone en marcha en nuestras vidas y a nosotros nos toca desarrollarlo con perseverancia y confianza. 

Para no desfallecer en este itinerario de progresiva transformación de nuestras vidas en la dirección que Jesús marca (donec formertur Christus in vobis; hasta que Cristo se forme en vosotros: Gal 4,19) nos conviene atesorar con esmero todas las experiencias de conversión, superación, aprendizaje, corrección... La meta siempre esta más allá, pero es menester que con gratitud y sabio reconocimiento, localicemos avances y nos apoyemos en ellos para seguir adelante.

ORACIÓN INTER - RELIGIOSA POR LA PAZ


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COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

PAPA FRANCISCO: "No nos cansemos de hacer el bien..." Mensaje de Cuaresma"






DOMINGO 6 DE MARZO. I DE CUARESMA (CICLO C)

 

LECTURAS

  • Deuteronomio (26,4-10)
  • Sal 90,1-2.10-11.12-13.14-15
  • Romanos (10,8-13)
  • Lucas (4,1-13)
Las tentaciones de Jesús en el desierto, en su etapa de discernimiento y decisión, nos muestran que el Hijo del Hombre también tiene opciones, alternativas entre las que elegir. Este destino abierto es el que garantiza la libertad de la respuesta de Cristo a la misión del Padre. Tentaciones que están referidas precisamente a esa misión, a su sentido y modalidad, a su por qué y al cómo. La afirmación de Jesús está porque su fidelidad anteponga a Dios y su voluntad de salvación a las pretensiones del ego y su búsqueda de recompenas, pequeñas recompensas comparadas con el encargo de hacernos llegar el amor de Dios que libera, reconcilia y da vida. Pero, además de apostar por una finalida generosa y altruista para su misión, Jesús también confirma que el medio para llevarla a cabo es el servicio, la entrega, la cruz. 
Aparte del trabajo permanente con nuestros defectos y contradicciones, de conversión al modelo evangélico de humanidad, el significado de las tentaciones de Jesús para nuestro itinerario cuaresmal debiéramos relacionarlo también con algo más profundo y amplio que esta tarea de superación y corrección personal. Se trata de discernir cuáles son las opciones contrarias a nuestra participación en la misión de Cristo. Cuáles son las bifurcaciones que nos llevan en una dirección opuesta a la de una vida edificada sobre la plena confianza en Dios y destinada a la acogida, el servicio y la compasión. Por lo tanto, el tiempo del desierto es crucial para encaminar nuestros pasos, con Jesús, hacia el proyecto de Dios, que inevitablemente, pasa también por su cruz, cada uno la suya y todos la del patrimonio compartido en Iglesia de compromiso con la evangelización.

ANTE LA INVASIÓN DE UCRANIA: ORACIÓN POR LA PAZ


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COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

PAPA FRANCISCO. No nos cansemos de hacer el bien... Mensaje de Cuaresma




MIÉRCOLES DE CENIZA: CUARESMA

 

LECTURAS

  • Joel (2,12-18)
  • Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17
  • II Corintios (5,20–6,2)
  • Mateo (6,1-6.16-18)

Con el Miércoles de ceniza comenzamos la Cuaresma. El papa nos invita a la constancia en nuestro proyecto cristiano de hacer el bien superando la tentación del cansancio y el desánimo, con la esperanza de que lo bien trabajado da su fruto y bajo la expectativa de que este tiempo, precisamente por todos su retos, es una oporunidad de emplearnos a fondo en hacer el bien a todos:

«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo.Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Gálatas 6,9-10a)

Con el pesar inmenso de la guerra, ¡otra guerra!, y agotados por las consecuencias de la pandemia, los cristianos nos disponemos a vivir un tiempo de profundización en la causa de nuestra esperanza y de renovación de los compromisos que la hacen viable: la oración, la fraternidad, la compasión.

En nuestra parroquia intentaremos seguir un itinerario de reflexión y celebración creyente. Con realismo, partimos de que todos sufrimos las tentaciones del escepticismo, la indiferencia, el egoísmo... y tantas otras bifurcaciones que nos alejan del camino de la vida y la verdad. Frente a estas dificultades, contamos con una gran fuerza, la que nos da haber experimentado la transformación que moviliza en nuestras vidas el Evangelio de Jesucristo. Con ese empuje del cambio y la conversión experimentados a lo largo de nuestra vida creyente, apostamos por la ternura, la esperanza y la solidaridad como los compromisos y el estilo de vida que podrán mantenernos en la dirección que marca nuestro maestro y salvador, Jesucristo, muerto y resucitado, tal y como celebraremos en la próxima Pascua.

Además de la celebración de la imposición de la ceniza, queremos vivir desde el principio estas actitudes de ternura, esperanza y solidaridad, y por ello, os invitamos a una ORACIÓN INTERRELIGIOSA POR LA PAZ, el mismo Miércoles de Ceniza (3 de marzo) a las 20h.

PAPA FRANCISCO: "No nos cansemos de hacer el bien..." Mensaje para la Cuaresma 2022


La Cuaresma en Santo Domingo de Guzmán (actividades y horarios)




DOMINGO 27 DE FEBRERO: VIII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

Aunque espinosa como las zarzas, las chumberas dan frutos como las higueras. A medio  camino entre la hostilidad y la dulzura, bien pudiera ser esta planta una imagen de la ambivalencia de nuestras vidas. Pero, Jesús no nos pide que seamos algo imposible, sino que, a pesar de nuestra permanente posibilidad de pinchar como un cardo y amargar como la hiel, desarrollemos al máximo nuestra posibilidad de alimentar como la leche y endulzar como la miel. En ese esfuerzo, no solo seremos coherentes con una parte intrínseca de nuestra condición humana, sino que iremos desarrollando la capacidad permanente de transformación y superación, vamos, de conversión.

LECTURAS

  • Eclo 27, 4-7
  • Sal 91, 2-3. 13-14. 15-16
  • 1 Cor 15, 54-58
  • Lc 6, 39-45

Comos seres humanos que somos, en virtud de nuestra impronta divina ("a su imagen y semejanza") y del pecado original ("seréis como Dios"), podemos dar frutos buenos y malos, higos y zarzas, uvas y espinos..., pero, cuando nos esforzamos, con la ayuda de Dios, con el estímulo del modelo de Cristo, bajo el paraguas protector de la comunidad cristiana, en dar lo mejor de nosotros mismos, no solo nos superamos, sino que nos vamos convirtiendo en eso bueno que hemos querido ser y ofrecer. Cuando, con trabajo personal de conversión, ayudamos, nos hacemos generosos; cuando, no sin sacrificio, perdonamos, nos hacemos misericordiosos... y así, la coherencia o autenticidad que Jesús nos pide, se convierte en un viaje de ida y vuelta, de lo que somos a lo que hacemos, de lo que hacemos a lo que somos.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA